ARROZ CON CALABACÍN Y ZANAHORIA
Comer sin grasas es difícil, la verdad. Durante una buena temporada debo prescindir de todo lo que me gusta y adaptar mi alimentación a mi nueva situación. Estoy convencida de que entre los que me leéis muchos tenéis limitaciones de uno u otro tipo, celíacos, intolerantes al huevo, problemas de colesterol, etc. y por eso aunque en casa sigo cocinando para los demás los platos de siempre, de vez en cuando publicaré otro tipo de recetas con un mínimo de grasas porque creo que también serán útiles para los que estén en una situación parecida a la mía. El arroz de hoy no lleva mantequilla ni nata ni queso rallado (sólo un mínimo de aceite de oliva virgen extra) pero el método de cocción del arroz como si hiciéramos un rissotto añadiendo caldo según se vaya consumiendo, hace que el resultado sea un arroz meloso, sin grasas pero con todo el sabor, fácil de digerir, con sabores naturales y sin condimentos más que un poco de sal. Aunque fue mi plato único, a los demás les puse un